sábado, 20 de abril de 2013

OVEJAS Y PASTORES



“Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”.
Antoine de Saint-Exupery, EL PRINCIPITO.

   







 (Sucedió hace unos diez años)

Son casi las doce de la noche y me dispongo a acostarme. Desconecto del mundo y sus afanes y doy gracias a Dios por el día que termina.

   ¡De pronto suena el móvil que aún no había apagado!

  -Sí, diga.

  -¿Es usted D. Atanasio?

  -Sí, yo soy.

  -¿Me conoce…? ¿Se acuerda de mí?

  -… … ¿?

  -A ver… recuerde… soy un antiguo alumno suyo…

  - Ahora mismo no caigo… no sé…

  - Pues usted decía que nos recordaría siempre!

  -¿Ah, si? ¿dije eso?

  - Sí, y que cuando tuviéramos algún problema, que usted nos ayudaría.

  - ¿Cuándo dije yo todo eso?

  - Cuando era nuestro tutor, en sexto de "egebé".

  - ¡De eso hace más de veinte años! ¿no?

  - ¿No se acuerda?

  -Bueno… ¡es que digo tantas cosas…!

  -Sí, pues yo lo recuerdo muy bien. También dijo que siempre sería nuestro amigo, que nos esperaría siempre… y que aunque nos castigaba, nos quería mucho. “Si alguna vez estáis con problemas yo os intentaré ayudar, recordadlo”, decía usted.

  -Pero, ¿quién eres?

  -¡Bah! Seguro que no se va a acordar de mí. Soy Ángel. ¡Ángel Jorge Madrid!

  -¡Sí, ya te recuerdo, Ángel! Empezaste el curso más tarde que los demás porque venías de fuera, desplazado.

    
-¡Síii…! ¡Venía de Palencia! ¿Me recuerda de verdad, D. Atanasio?

- ¡Claro, y recuerdo a tus padres… y a tu hermano pequeño…! ¿Cómo se llamaba?

-¡Jo, gracias, ya veo que me recuerda!. David; mi hermano es David. Y mis padres están bien, pero yo tengo problemas… Bueno, quiero consultarle algo. ¿sabe?... ¡Jo, no sé cómo decírselo…!

-Bueno, ya has comenzado. Te escucho, Ángel.

    Y con interés y emoción recibo las palabras de Ángel.    

 Cuando terminamos de hablar era la madrugada y yo estaba completamente despejado y desvelado. Tumbado en la cama recordé muchas historias, muchas vidas y muchas anécdotas. Y me vino a la mente algo que me sucedió en mi adolescencia:

    Cuando a los quince años dije a mis padres que quería ir al Seminario, ellos decidieron vender el rebaño de ovejas que yo pastoreaba. Era una decisión dolorosa pero necesaria. Mis tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres y todos mis hermanos habían sido pastores y ninguno motivó la venta del rebaño familiar. Conmigo se acababa una tradición centenaria. Me sentía, en cierta medida, culpable de una ruptura, de un final, de un cambio radical.

     Teníamos unas 250 ovejas a las cuales conocíamos por sus nombres o referencia, por su conducta (etología). Un día gris de invierno las fueron cargando una a una en dos camiones y se las llevaron. Cuando se quedó la majada vacía y silenciosa vi a mi padre llorar intentando disimular. Yo también lloré a escondidas…

    En el otoño siguiente yo ingresé en el Seminario de Arévalo. En el mes de febrero una hermana mía religiosa fue destinada a Uruguay como misionera. Por este motivo hice la primera visita a mis padres y a mi pueblo. Un día quise dar un paseo en bicicleta hasta el río Órbigo. Cuando estaba entre Benavides y Santa Marina, vi en las tierras de la Ribera un gran rebaño de ovejas y me acerqué por un camino agrícola a verlas de cerca. Serían más de quinientas. Cuando estuve cerca me dio un vuelco el corazón ¡al reconocer entre ellas a algunas de mis ovejas!. Me acerqué más y, con la emoción llena, comencé a mirar fijamente a cada una. Había varias;  y mantenían en el rebaño la misma posición que solían tener en el mío. Quería llamarlas pero no me atrevía. Tosí. Tosí varias veces… ¡y primero una y luego otras levantaron la cabeza y balaron!. Yo entonces  las llamé con los sonidos que siempre las llamaba y que habían utilizado siempre mis antepasados. Ellas respondieron levantando las cabezas; y un grupo de unas veinte vinieron corriendo hacia mí. En ese momento un silbido del pastor dio orden a dos perros que  me las arrebataron  y alejaron, esta vez para siempre.

    Fue un instante. Pero quedó bien grabado en lo más profundo de mi memoria, de mi corazón.

(Evangelio de San Juan, 10, 27-30. Dimingo 4º de Pascua)

PD.: Angel hoy es "amigo" en Facebook



5 comentarios:

  1. Cómo me gusta esta historia... ¡Y el Zorro también!

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    1. Me he apresurado a ponerla este fin de semana porque es la Fiesta del Buen Pastor

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  3. Ata: esta historia de tu vida me va a servir para la homilia de este domingo 4º de Pascua, la figura del Buen Pastor es el centro...
    Gracias por compartir con nosotros tus experiencias de Vida.
    Con cariño, tu amigo Javier Zapata

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    1. Gracias, Javier. Saluda de mi parte a tus feligreses a los que recuerdo con más cariño que a las mejores ovejas...

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