Me levanto un poco más tarde.
Digo las misas de 9.30 y 12:30, contando siempre en las
homilías la historia de las ovejas que me recocieron y que publiqué ayer en el
Blog. Veo a varias personas sacar el pañuelo y limpiarse los ojos...
Comemos un poco tarde. Antes puedo hablar algo con familiares y amigos por Skype.
Se me presentaba la tarde libre, sin Misas ni compromisos.
Me alegró mucho recibir un Mensaje de PB invitándome a cenar en casa de
sus suegros con varios amigos. Le digo muy contento que sí. También me llamó la Teacher de inglés para practicar un poco de conversación esta tarde; también le dije que sí
pues se presentaba la tarde muy libre. Quedé con la profesora a las 5 y con
PB hacia las 6:30. Cuando quedaban unos minutos para las 5 me llamó La "profe" diciéndome que no llegaría hasta las
5:15 porque estaba viendo un partido de básquet de su equipo (las Espuelas de
San Antonio) y le gustaría verlo terminar, le contesté que estaba bien y que yo
la esperaba para las 5:30. Se alegró.
A las 5:10 me bajé al huerto para regarlo un poco y esperarla allí. El vecino viene a saludarme y platicar. Hacia las 5:30 veo que viene un coche con una mujer a aparcar
en nuestra acera, antes de reconocerla la saludé desde lejos con gestos de alegría
y bienvenida creyendo que era la Teacher. Del coche salió una señora desconocida, me disculpé. Ella me
dijo:
-Es usted un padre de esta iglesia? ando buscando a un
sacerdote.
-Sí, soy el P. Atanasio.
-Me puede atender? Necesito ayuda!
-Bueno ya le he dicho en mis disculpas que estoy esperando a
una profesora que viene a enseñarme inglés, yo soy español.
-Ya lo he notado en su acento, ¡qué lindo! Escúcheme, padre, por favor, es solo un momento, pero es
urgente.
-Diga, la escucho.
-Mire, mi padre está
muy enfermo. Se está muriendo,
padre, está agonizando (llora).
-Usted, ¿de qué parroquia es?
-Sí, lo sé: no soy de aquí, pero es que el sacerdote de
nuestra iglesia nos ha dicho que primero está su siesta (sic). ¡Por favor, Padre! Nos
sentimos muy mal por esto, no nos atiende nadie de la iglesia.
-Bien, voy con usted, pero debo dejar recado a la profe de
inglés que llegará en unos instantes, también debo buscar los Santos Óleos y demás. Avisé en casa que alguien recibiera a la
Profesora y le explicara la situación.
Subí con ella en su coche: un Ford viejo, destartalado,
sucio y lleno de cosas varias.
-Perdone, padre, que no tengo aire acondicionado y con este calor...
Llegamos a la casa en una colonia al sur de la ciudad:
pobre y desaliñada, silencisa y oscura. Salieron varias personas a saludarme. Entré en la estancia
del enfermo que estaba completamente a oscuras, cuando se iluminó apareció
encima de un camastro un anciano muy delgado y con respiración muy difícil. Una
goma de oxígeno en la nariz y la boca muy abierta. Le tomé la mano y le hablé
despacio:
-Buenas tardes, soy el P. Atanasio de la Iglesia de San Luis
Rey, he venido a rezar con usted, su hija me fue a buscar y me lo pidió. Aquí
junto a usted están su esposa y muchos miembros de su familia que lo quieren
mucho. Si me oye y entiende, por favor apriete mi mano.
¡Y la apretó suavemente!
-¡Muy bien! No tema, estamos con usted. Rezaremos juntos. quizás extrañe mi acento, es que soy de España. Llevo poco tiempo aquí. Me hubiera
gustado conocerlo antes de estar enfermo, pero no importa aun tenemos tiempo de
ser amigos. -Y le aprieto un poco la mano a lo que él responde con leves
movimientos. Seguí habládole despacio con cariño, con la mano unida y acariciando su frente fría. Lo invité a confiar en Dios.
Le di la absolución, después de invitarlo al arrepentimiento.
Le di la Santa Unción y la Bendición Apostólica. Rezamos unas oraciones con los
familiares presentes. Los bendije a todos.
Ya en la calle, cuando íbamos a subir al coche, la señora
M que me había llevado me pide que por favor visite a su marido en el
hospital, que está muy enfermo.
-¿También su marido está enfermo?
-Sí, padre. Sería muy bueno que usted lo visitara ahora.
-¡Tengo a la profesora esperándome!
-Por favor, padre, yo sé que usted es bueno.
(-¡Sí, cuando duermo!)
Después de dialogar con ella acepté acompañarla al Hospital Público de Laredo (Mercy Hospital). Al decirme ella el nombre y apellido y notar que
era un nombre gringo le pregunté si su marido hablaba y entendía el español, me
dijo que un poco sí, le dije si era católico y me dijo que era de una iglesia
cristiana... pero que aceptaría a un sacerdote católico. Le comenté que pasara
ella sola a la habitación y me anunciara y si estaba su marido de acuerdo en
ser visitado por un cura católico... que me lo dijera. Así lo hicimos.
-¡Pase, pase, mi marido quiere saludarlo!
Pasé, lo saludé y nos entendimos en inglés y español de
frontera. No tenía cara de muy enfermo y nos anunció que lo iban a operar de
las venas del cuello. Rezamos juntos el Padrenuestro le di la bendición a la
pareja. Ellos se besaron y yo entendí que él agradecía a ella el hecho de que me hubiera
llevado.
A la salida, en un pasillo del hospital, M saludó a una
vieja amiga que estaba en la puerta de una habitación, al decirle que yo era un
sacerdote que había ido a rezar con su padre y marido, la amiga me pidió que,
por favor, visitara también a su marido. Lo hice. Rezamos juntos y los bendije.
Cuando salimos llamé a mi profesora para decirle que perdonara, que ya
llegaba en unos momentos. Llegué y la profesora, que me esperaba pacientemente,
me dijo que le contara todo.
Comencé a hacerlo, pero ella me interrumpió:
-¡En inglés!
Lo hice y ella me iba corrigiendo pacientemente. Al terminar
fijamos nuestro próximo encuentro.
-¡Vaya tarde tranquila, que ha tenido, Padre! jeje...
Me decidí a ir a la fiesta-cena en casa de los suegros de PB, para
ello busque en Google Maps la dirección, imprimí el mapa y lo puse en el frente
en la camioneta. Llegué sin dificultad a las 7:30. Me recibieron con alegría y
felicitación y les conté todo... ¡esta vez en español... y dando sorbos a una copa
de vino!
Cenamos muy bien: costillas asadas, guacamole, elote tierno,
jalapeños rellenos de queso con panceta y asaditos en las brasas, salsas y
vino tinto. Rodeado de amigos y amigas disfruté de la cena y la compañía.
Regresé bien de noche a casa sin problemas de orientación ni tráfico, y eso que iba sin documentación: con las prisas del enfermo se me olvidó.
Me esperaban en el salón parroquial el párroco y un grupo de
feligreses cenando.
-¿Dónde has estado?
-¿Lo queréis en inglés o en español?
-No empieces.
Completas y a dormir.