Del texto que sigue no soy el autor original. Es uno de esos correos que recibimos reenviados por algún amigo.
Me ha gustado.
En cierta manera me ha llevado a pensar en "los praditos"...
"El papa Benedicto XVI ha sido descrito como un hombre que
adora la música, en especial Mozart, y un gran amante de los animales. Si
indagamos un poco en su vida, descubriremos que, en especial, es un apasionado
de los gatos.
El actual Papa creció en una familia que siempre tenía gatos
y aprendió a apreciar y amar a estos animales desde la niñez.
En Alemania, mientras fue el cardenal Joseph Ratzinger, el
Papa compartió su vida con un felino llamado Chico. Éste lo acompañó a Roma,
aunque enseguida hubo alguien más con ellos, pues al llegar a la Ciudad Eterna
adoptó a un gato que encontró en la calle. De esa manera, los tres compartieron
piso hasta que Ratzinger fue elegido como nuevo Papa.
Una anécdota demuestra la devoción que siente el Papa por
estos animales. Llegó a autorizar que se realizara una biografía de su persona
donde el narrador fuera Chico, su propio gato. Este libro, titulado Chico y
Joseph y pensado para un público infantil, narra, con un lenguaje divertido, la
vida de Joseph Ratzinger antes de convertirse en Papa.
En una ocasión, cuando el pontífice decidió pasar sus
vacaciones de verano en el Seminario Mayor de Bressanone, tuvo la grata
sorpresa de saber que iba a estar acompañado por una gata negra llamada Milly,
así que ni en esas circunstancias, alejado de sus dos gatos, tuvo que
prescindir de la compañía de un felino.
Los problemas con sus queridos compañeros surgieron cuando
el Papa tuvo que mudarse a la Santa Sede. Si bien es cierto que anteriores
inquilinos habían tenido un canario, como Pablo VI, o palomas blancas, como
Juan Pablo II, ninguno había tenido gatos.
En un primer momento mantuvo a sus gatos bien cuidados en
otro lugar y se conformó con dos figurillas felinas de porcelana. Hasta que los
animalistas y la delegada del ayuntamiento romano para los derechos de los
animales salieron en auxilio de la pasión del pontífice, reivindicando que el
Papa no tenía por qué abandonar a sus gatos.
Para la felicidad de todos los involucrados, los gatos del
Papa ya están viviendo de nuevo con él. Fuentes cercanas aseguran que les habla
en dialecto "bavarés" y los mininos dan señales de entenderlo".
Curioso cuanto menos.
ResponderEliminarCiertamente, Rubén.
EliminarMe animé a publicarlo también porque creo que puede ayudar a desmontar esa imagen hierática y lejana, casi no-humana de los papas.