jueves, 29 de diciembre de 2022

QUIERO UNA MISA

-¿Don... Atanasio Serrano?

-Sí, soy yo.

-¿Es usted sacerdote, verdad?

-Sí, sí.

-Buenas tardes, Don Atanasio. Le llamamos de los servicios funerarios de Alcalá de Henares.

-¡Ah! buenas tardes.

-D. Atanasio, le queremos pedir un servicio religioso en el Tanatorio. 

-Bien, dígame.

-Mire, perdone que le llamemos a esta hora de la tarde del 24 de diciembre; ya sé que puede parecer una especie de encerrona, sabiendo que hoy es Nochebuena y estará usted con su familia y todo eso; si no le es posible, pues nos lo indica y ya está; lo compremderemos.

-Bueno, dígame de qué se trata.

-Pues, Don Atanasio, exactamente de esto: ¿Estaría usted dispuesto para tener una misa o "algo" mañana, día de Navidad en la capilla del tanatorio a las 7:00 de la mañna?

-Pero ¿En qué tanatorio es?

-Pues en el de aquí, el de El Cementerio Jardín.

-Pero... ¿De Alcalá de Henares?

-¡Sí, sí, claro! 

-Ya... pero es que... yo ya no vivo en Alcalá. Desde agosto estoy en Guadalajara.

-¡Ay, perdone Don Atanasio. Entonces, nada. No lo sabíamos! Déjelo y perdone. Que tenga usted una buena noche. Feliz Navidad.

-¡Espere! Pero ¿Por qué me llamaron a mí? ¿Le dieron mi nombre los familiares del difunto? ¿Es que me conocen? ¿Cómo consiguieron mi contacto?

-La familia no tiene nada con usted, solo piden, muy insistentemente,  tener algo cristiano antes de la incineración.. Mire, es un caso un poco "especial"... ¡un poco duro!. La difunta es una mujer joven. Muerte repentina. Y está su madre, anciana, toda la tarde solicitando un sacerdote: ¡dice que no puede despedir a su hija sin una misa!

-Pero, ¡ahí hay misa mañana! ¿No?

-Sí, pero la misa del capellán es a las 9:30 y la incineración está a las 8:00. Le hemos llamado a usted porque tenemos un papelito, una nota de usted, en la cual se ofrece para venir, si no hubiera sacerdote y la gente lo reclamara. En la nota dice usted que vive cerca. Pero, claro si ha cambiado de residencia...

-¡Ah! ¡Ya!: ¡esa nota la entregué en sus oficinas en marzo de 2020, cuando el confinamiento de la pandemia!.  

-Sí, eso es. Me dicen que vino usted unas cuantas veces.

-Sí, fui más de treinta veces. Mire: pásele mi contacto a los familiares de la difunta y que me llamen. Quiero hablar con ellos. 


Un poco antes del rezo de Vísperas, me llamó la hermana de la difunta 

La escuché.

La escuché con el alma.

Mucho dolor. Mucha angustia. Mucho aturdimiento. Mucha tiniebla en torno. Mucho deseo de Luz.

-Vale. Iré yo. 

-¡Madre, que va a venir el cura por la mañana!...(llanto). ¡Tendremos Misa, madre! Muchísimas gracias, señor cura; ¡Que sí, madre, que sí, que va a venir!  Sr. cura, piense que la incineración de mi hermana será a las 8:00...(llantos).

-Sí, lo sé. Procuraré estar ahí, por lo menos, una hora antes.

En la concelebración  de la Misa del Gallo me distraje varias veces: mientras sonaban los alegres villancicos yo oía los gritos y llantos de madre e hija y me las imaginaba solas en la sala del tanatorio ante el ferétro de su hija y hermana. Pedí al Niño Jesús que les mandara un poco de Luz, le pedí por ellas.

Me acosté pasadas las 2:00 y puse la alarma para que me despertara el móvil a las 6:00. Dormí poco, pero bien.

Antes de partir abrí la puerta de la capilla de la comunidad y le pedí al Señor del Sagrario que también a mí me prestara algo de su Luz.

 Se me concedió oscuridad: salí a la carretera. Muy solitaria. La noche era calmosa y dormida, pero muy oscura y con una neblina que no se veía nada. Como llevaba un coche al que no estaba muy habituado y no dominaba bien, no supe poner las luces de niebla, ni la ventilación interior para evitar la condensación de vaho.

 ¡No veía nada! Me coloqué en el carril central y abrí la ventanilla. Me puse a rezar el rosario en voz alta. Creo que algunos de los pocos coches que me adelantaron, sospecharon de mi salud mental.

A las 7:00 llegué al tanatorio. Pregunté en recepción si podía celebrar una Misa, o solo tener "algo".

-¡Sí, padre, MISA! y se lo agradecemos mucho porque la familia nos insistió bastante. Le esperan ahí, en la sala. 

Había varias salas con difunto, pero solo en una había familiares velando: ¡la mía!

Oyeron mis pasos por el pasillo de los muertos y salieron rápidos a recibirme. 

-¡Soy el cura! -les anuncié- ¡Soy el Padre Atanasio!

Vinieron varios hacia mi: -¡Muchísimas gracias, padre! ¡No sabe cuánto se lo agradecemos! -gritó la hemana entre sollozos, levantando los brazos- Pase dentro que ahí está mi madre.

Pasé y saludé a la madre dolorosa y a todos los demás. Me quedé un ratito en silencio mirando a la difunta. Se fueron acallando los gemidos. Inicié la oración, el responso. "En la casa de padre hay muchas estancias... voy a preparos un sitio" (Jn 14,2).

Luego fuimos a la capilla. Éramos 10 o 12 personas vivas y la difunta.

Como aún no había amanecido, celebré la Misa de la Aurora. ¡Qué belleza de liturgía!: "Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor.." (Entrada y Salmo); "Concede, Dios Todopoderoso, a los que vivimos inmersos en la nueva luz de tu Verbo hecho carne, que lo que brilla por la fe en nuestro espíritu resplandezca en nuestras obras..." (Colecta); "María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón" (Evangelio).

Terminada la misa los acompañé en el acto de despedida definitiva de la difunta del mundo de los sentidos. 

-Dentro de unas horas vengan a recoger las cenizas, les dijo el funcionario mientras se llevaba el feretro.

Los acompañé hasta el jardín.

Me despedí de la madre dándole una bendición; ella me dio un abrazo.

Había luz.

Había horizonte. Estaba amaneciendo. La niebla se estaba levantando.

Alrededor de la cruz que está en lo alto de la colina, revoloteaban unas garcillas blancas.

Había sol. ¡Era Navidad!.


P.D.- Llevaba yo, desde hacía varios meses, pidiéndole a Dios que se me concediera la gracia de tener una Misa en mi nuevo horario. Una hora y un lugar para celebrar la Eucaristía. Desde que cesé como párroco en el mes de agosto me quedé sin horario, sin feligreses, ¡sin misa!.

¡Y esto es lo que peor llevo!

¡QUIERO UNA MISA, SEÑOR! ¡QUIERO UNA MISA! Repetía como niño con antojo.

En la meditación de la mañana de ese 24 había estado pensando (y pidiendo) dónde podría celebrar por el día la Misa de Navidad. Estaba claro que concelebraría en la Misa de Medianoche (Misa del Gallo). ¿Pero por el día? ¿Dónde?

¡GRACIAS, DIOS, TUS REGALOS SON PERFECTOS!

Atanasio Serrano García. 

(Diciembre 2022)